Y entonces encontró destellos de fuerza para sacarlo de un gris y triste agujero, donde se hundía cada vez más, donde iba alejando a los suyos para lanzarse al vacío del olvido.
Él le decía que odiaba en lo que se había convertido. Entonces se lo imaginaba... ignorando el espejo cada mañana, somnoliento y con ganas de cerrar los ojos por siempre.
Allí encontró un pequeño impulso, un motor que la ayudaba a tener fuerzas. "Él todavía se aferra a alguien más, tú puedes ayudarlo", dijo un sabio hombre que se cruzó en su camino.
El cuerpo necesita llorar, necesita dormir, necesita olvidar y recordar, necesita tocar fondo para saber cuando abrir los brazos y recibir el amanecer.
"Creo en ti, creo en quien eres y en tu fuerza. Conquistas a quien permites conocerte y te ganas la admiración de quienes te rodean", pensó la joven.
Te tenderé la mano, te mostraré los hermosos paisajes que posees dentro de ti, aquellos que dejaste cubrir de polvo y crees que nunca existieron.
No has perdido tu esencia, solo que a veces olvidamos quienes somos y nos dejamos cubrir por las más profundas heridas.
Etapas duras, etapas dolorosas. Sin embargo, nada pasa de gratis.
Dentro de algunos años marcarán tu vida. La pesada carga sobre tus hombros se volverán plumas blancas que formarán hermosas alas y te permitiránn ver lo más hermoso de quien eres.
Mientras tanto, ella lo invita a dar un paseo en aquel lugar especial para ambos, donde sin saberlo sellaron un sentimiento que los convertirá en mejores personas.
Toma mi mano y disfruta de la vista...
F.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario