¿Cómo valoramos los momentos? ¿Recordándolos o viviéndolos intensamente mientras duran?
En #tiemposdecuarentena me he preguntado esto en instantes fugaces, en tareas tan cotidianas como lavando platos, tomando un baño o chateando con amigas.
¿Cuántas veces quisiste irte de un lugar porque estabas cansad@, o porque justo ese día no querías estar rodeado de gente? A mí me pasó (varias veces, de hecho) y no está mal querer espacios y tiempos propios. No hablo de eso. Hablo de aplaudir con sinceridad a una amiga que terminó la presentación de su show, abrazar al cumpleañero del día con cariño, preguntar a alguien que tal estuvo su día por verdadero interés y no por formalismos en un ascensor.
¿Estamos conscientes realmente de cada momento? ¿Quieres valorarlo más cuando volvamos a "la normalidad"?
"Se que aún me queda una oportunidad, sé que aún no es tarde para recapacitar", suena en este momentos de fondo mientras escribo. Esa canción de Gloria Estefan queda perfecta para esta nota. Al final, cada persona que conocemos aporta amor: a nuestro modo de vida, a nuestra agradecimiento por cada nuevo comienzo e incluso por cada falla - frase cliché: de los errores se aprende-.
Esta nueva normalidad es como esas pruebas que haces antes de empezar un juego ya con todas las reglas. "Probemos", te dicen antes de lanzarte a la rueda de juego ¿O no es cierto que nos reseteamos para muchas cosas que antes eran imperceptibles?
¿Qué momentos vas a valorar más cuando puedas volver a tu vida regular? ¿Has identificado qué vas a cambiar, mantener, empezar o finalizar?
Pase adelante
sábado, 16 de mayo de 2020
martes, 25 de febrero de 2020
Espejismos II
¿Qué tan real es
la vida de los demás?
Nos hacemos una
idea errónea de lo que vemos a simple vista de las personas, estamos acostumbrados
a verlos para tomar un café, en reuniones ruidosas, en fotos de viajes o
planeando sus vacaciones, pero ¿realmente qué hay detrás?
Y nos sorprendemos
cuando conocemos detalles que nos hacen decir “que locura que esté pasando por
eso”.
El cara a cara no
significa realidad, puede que sí sinceridad, pero eso no hace que te mientan,
es más como: “hasta acá quiero que me conozcas”. Y así muchos aspectos más:
redes sociales, lo que dicen los demás e incluso lo que cada quien piensa en su
cabeza.
“Ella al menos
está acompañada”,” él no tiene tantas responsabilidades”, “no te quejes, tú no
tienes problemas reales”.
Eso pensamos y
eso hacemos pensar, porque después de todo ¿para qué quiero gritar temas
personales a los cuatro vientos?.
Dos motivos:
1.Nos sentiríamos demasiado
vulnerables
2.Los otros ya tienen sus propios enredos para ocuparse
de otro.
Queremos al otro,
lo amamos, lo consideramos nuestra familia, pero en el medio siguen habiendo
espejismos.
Es verlos a través de un vidrio y por más que estemos a su lado,
los apoyemos y los veamos bien de cerca, el vidrio sigue estando ahí. ¿Es
posible romperlo?, pareciera que sí, y de ahí salen relaciones especiales que no todos llegan a tener. Tantos familiares, como de amistad.
Es entonces como llegamos a esas odiosas comparaciones
que unos hacen de otros, como hermanos vs hermanos, amigas vs amigas, colega de
trabajo vs colega de trabajo. Son comparaciones que se hacen entorno a la idea
preconcebida del otro. Y como ya he expuesto, nadie va a transitar el mismo
camino que tú, aunque quiera acompañarte estando a tu lado, porque son senderos
distintos y los zapatos nunca serán los mismos.
jueves, 22 de agosto de 2019
¿Vieja escuela?
Últimamente veo cómo las personas se vuelven cada vez más desinteresadas
hacia el amor. Huir de las muestras de cariño se ha vuelto una constante que
pareciera ser normal.
¿Apartarse de aquellos a quienes podemos querer es lo común?
¿En qué momento esas se volvieron las reglas del juego? Son preguntas que pasan
por mi cabeza en escenarios normales como caminar un par de cuadras o leer
algún texto. Pareciera que nos hemos vuelto esclavos de ciertas premisas.
“Voy a alejarme para que no crea que me gusta demasiado”, “mejor
no le escribo porque va a creer que estoy obsesionad@”, “quiero hablarle hoy
para vernos, pero quizás me dice que no porque nos vimos hace poco…”. Son frases
y pensamientos reales, que forman millones de creencias y juntos se transforman
en el “si hubiera”.
Quizás quedó en el pasado, quizás ahora se trata de un juego
donde gana quien muestre más desinterés, aunque esa no sea la intención.
¿Es vieja escuela decir lo que se siente? ¿Y si explotamos
en muestras de cariño y lo demostramos a las personas que llegan a nuestras
vidas?
Ahora parece que establecer ciertos vínculos se volvió algo
prohibido, que la superficialidad manda y los clásicos de siempre se volvieron
excesos.
No peco de cursi, peco por hacerme esas preguntas que
quisiera alguien respondiera.
“Un día vas a conocer a alguien que te va a volver loc@”, me
dijeron hace poco… y aunque es una idea simpática, no puedo evitar pensar que
ojalá sea para bien, o que quizás es poco probable que pase y solo va a quedar
en un cliché de vida, como esas frases pre hechas que se leen en algunos textos
“motivacionales”.
Me vuelvo defensora de decir lo que sentimos, de decir un te
quiero cuando lo siento, abrazar a alguien cuando quiero demostrarle que me
importa o regalar una sonrisa cuando alguien es especial para mí.
Y acá sí caigo en una frase cliché: “La vida me ha enseñado
a demostrar los sentimientos con el pasar de los años”. Eso sí, solo a quienes
sienta que lo merecen, el corazón no hay que regalarlo en cualquier parte,
pequeñas muestras pueden causar alegría y hacerte recordar con simples gestos.
Esto va dirigido a experiencias que me he cruzado en poco
tiempo… y así todos vamos tanteando terrenos, unos más nobles que otros.
Puede que esto sea una declaración: A dejarnos de indirectas
y ser sinceros con nosotros mismos, a no huir de lo que puede lastimarnos, a
enfrentar lo que nos cruzamos porque de ahí pueden salir momentos únicos. No
volteemos la cara y digámoslo de frente. La sociedad actual se ha perdido tanto
en superficialidades que ha olvidado las verdaderas cosas que importan, lo que
nos hace completos y plenos, donde el miedo a sentir cariño no nos juegue en
contra.
Veamos lo que importa, lo que sentimos, lo que el otro
siente y lo que queremos dejar a nuestro paso.
Etiquetas:
aprendizaje,
Buenos Aires,
café,
indirectas,
instante,
literatura,
old school,
pensamientos,
vida
domingo, 19 de mayo de 2019
Adelantarse
¿Cuáles son las probabilidades de encajar con alguien cuando
lo conoces?
Siempre he tratado de adivinar cuando alguien es la persona
correcta para acompañarme por un tiempo. A veces recurro a adelantarme
mentalmente a los hechos (cosa totalmente innecesaria), además cada cabeza es
un mundo y sorprende cuando el otro cuenta qué pensaba mientras tú pensabas algo diferente... o simplemente no pensabas.
¿Una buena conversación, similitudes, o diferencias
interesantes que quieres seguir explorando? ¿Objetivos del otro, forma de ser?
No es una tarea fácil detectar a la persona adecuada para
ese momento de la vida. Admiro a quienes tienen el argumento o la convicción
para determinarlo. Otros, a veces por adelantarse a los hechos, se inclinan más
al futuro y no al presente.
Esa última frase me la dijeron hace poco, como algo para corregir: adelantarse sin
vivir el presente.
¿Asustar a la otra persona? Eso está a la orden de cualquier
palabra, pregunta o expresión. Aunque es quizás lo que causa curiosidad, y
ganas de seguir conociendo el otro sendero.
Evitar compartir el camino solo para escapar de la soledad,
muchos casos he visto así. También permanecer atado a otro por miedo a no
sentir más esas emociones.
Son pensamientos distintos en cada persona.
¿Quién eres? ¿Cómo hago para saber suficiente de ti y
convencerme? Quizás es una etapa donde no hay que converse a sí mismo, sino que
el otro te convenza. Imagino que cuando la curiosidad aparece, y quieres saber
más (sin forzar las cosas), es ahí cuando ambos caminos pueden cruzarse
realmente.
¿Qué tan bien la pasas? Pueden ser dos personas destinadas a
encontrarse, destinadas a sentir o pensar algo más. Que a pesar de las
preguntas raras, aparece de nuevo porque quiere verte, te saca una sonrisa o
simplemente, te hace sentir que quiere estar ahí.
Adelantarse, es la palabra que evito. Puede ser
contraproducente jugar a adivinar el futuro ¡Pasa muchas veces! Está ahí y
pensamos en no asustar al otro, en no decir algo imprudente ¡Qué cosas!
Con el paso del tiempo he aprendido a decir lo que siento, a
expresarlo y no darlo por hecho. A veces puede sorprender para alguien que no
esté acostumbrado. Escuchar preguntas sinceras o propuestas casuales que nada
llaman al compromiso. Solo salen espontáneamente y no significan nada más que
el sentimiento sincero de ese momento. Puede que allí llegue la sorpresa y
pensar o no si están precipitados. Eso, reconozco, a veces juega en contra.
Da curiosidad saber qué pasará en uno o dos meses “¿Estará
ahí para esta fecha? ¿Lo incluyo?”
¿Quién puede culparnos? Estamos hechos para buscar compañía,
y traemos una serie de emociones que nos invitan a intentarlo de nuevo a pesar
de los malos ratos.
martes, 23 de abril de 2019
Caminos
En este transitar complicado, inverosímil, contradictorio al
que llamamos vida, hay un sinfín de caminos que a cada uno le toca recorrer, están
ocultos en los senderos, y de los que somos testigos por separado. El otro
nunca va a saber lo que se vive.
Es así como cada quien recorre el suyo. Me causa curiosidad
cómo los destinos se cruzan, pero cada quien tiene sus situaciones; posiciones
diferentes que el otro nunca va a ocupar por el hecho de no ser tú, él, ella o
yo.
De ahí a que nos sorprenda que una persona fuerte, llore
desconsoladamente por situaciones. O como una persona alegre, deja de brillar
porque se llena de ansiedad.
Escribo no solo por mi realidad, sino por la de muchos.
Apuesto a que no sabes la situación que pasa el que tienes al lado. No es de
reprochar, al contrario, es admirar como manejamos nuestros senderos.
¿Alguna vez has intentado entrar al camino del otro? Te
darás cuenta que pueden cruzarse, o ir al lado del otro, pero nunca pisarás su
suelo del mismo modo que el otro lo hace. Siempre serás un observador que a
veces ayuda a otro a levantarse, guiarlo, hundirlo o simplemente acompañarlo.
“Be kind”, es la frase que se me viene a la mente. Más allá
de una alegría efusiva, es buena una sonrisa que comprende, un gesto que
acompañe o una palabra que abrace. Eso sí, siempre hay que evitar tomar el
timón de la vía del otro, por voluntad propia o no. A veces muchos por cobardía
no aceptan su realidad y quieren que otros le despejen el horizonte. De esos
conviene cuidarse porque de inútiles no prospera el mundo.
En resumen, estas realidades confluyen a diario. Detrás de
una sonrisa, puede haber alguien triste; detrás de alguien callado, puede haber
un gran conversador que no ha abierto sus brazos el mundo.
Es cuestión e ir moviendo ramas y asomarse a ver de qué
manera podemos estar ahí, a la vez sin entorpecer al otro, ni descuidando
nuestro propio trayecto.
viernes, 26 de octubre de 2018
Creencias
¿Ustedes creen en las causalidades?
Hace un tiempo me hicieron una pregunta que no estaba
acostumbrada a recibir: “¿Eres creyente?”
“¿Y qué se supone que responda?”, pensé. “¿Creyente de qué?”
La vida te sorprende de maneras tan sutiles que a veces
debes mirar a tu alrededor con mucho detalle, ver más allá de tus narices y
darte cuenta de estas cosas, y de estas sorpresas.
Estoy muy agradecida con la vida y sus causalidades, de cómo
te conecta con tus anhelos a medida que pasa el tiempo, siempre y cuando no
desistas en buscar tus propósitos.
Hoy tuve una charla con una persona que nunca pensé conocer, por lo que representa y por los buenos tiempos que me hizo recordar,
me comprobó y reafirmó que sí existieron y fueron reales.
Es cierta la frase “Dios obra de maneras misteriosas”
¡Cuánta razón!
No abandones tus principios y convicciones y lo verás con tus propios ojos.
No abandones tus principios y convicciones y lo verás con tus propios ojos.
Tiempos mejores, experiencia, historia, risas, lágrimas, todo
en un momento al que llegué guiada por las causas de haber estado rodeada del
entorno que amo, y que ahora extraño, pero gracias a esos tiempos hoy sonreí
con nostalgia y con alegría llena de agradecimiento, con la vida y con la
manera en cómo pasa.
Es normal caer en la desesperanza, admiro a aquellos que la
conocen y con mucha fuerza han seguido adelante, me incluyo, esos momentos parecen ser
eternos, incómodos y muchas veces oscuros ¡Pero se curan tan fácil cuando haces
las cosas en el momento correcto!
Empieza con un propósito y es increíble a donde te lleva.
Más allá de lo que resulte luego de tal encuentro, agradezco
cada una de las cosas buenas y malas. Todas llegan con un mismo fin: Sorprendernos.
Y he ahí mi creencia.
jueves, 21 de junio de 2018
En algún momento
¿A qué te recuerdan las canciones de tu adolescencia? De
esas de las que te enamoraste, sin dedicárselas a nadie más. Eras tú enamorándote
del amor.
Y es que hoy me di cuenta… vivimos tan perdidos en el hoy,
que olvidamos esos momentos mientras nos convertimos en el ahora. Esa transición
que extraño, y que viví con el mayor cariño del mundo.
Te propongo retomar el playlist de tu adolescencia, buscar bien, y conseguir aquella canción que de inmediato te transporta a tu casa, a tu
familia, a tus amigos o al primer amor. Hoy me pasó luego de mucho tiempo, y
sentí nostalgia, pero más allá de eso, sentí como la sonrisa se dibujaba en mi cara, por saber que sentí cada momento con total intensidad.
¿Hubiera podido aprovecharlo mejor? Sin duda. Sin embargo,
las hormonas, sumadas a la edad y a las circunstancias, me decían que era
auténtico, que esos amores estaban conmigo. Hoy son amores más maduros, más
fortalecidos, más sinceros. Aquellos que pasaron me dejan sonrisas y el agrado
de haberlos conocido.
Para la época de mi canción, fue un amor muy bonito. Al que
le dediqué una de ellas sin contarle ¿Por qué? Quería mantenerla para mí, era
un mensaje secreto y yo iba a decidir cuándo dejaría de ser para él. Hoy la
escuché de nuevo y me percaté de lo mucho que me faltaba por aprender en ese momento
¡Cuánta juventud!
Poner el cd y escucharlo en el “discman” era un deleite en
el que me perdía durante 12 canciones, repetidas una y otra vez como la banda
sonora de mi adolescencia. Así pasó el tiempo hasta que el discman se dañó, el
cd se rayó y mi amor por la adolescencia y por el amor fueron madurando.
Creo que todos tenemos una canción, o un playlist que nos
define. No importan las canciones de moda, no importan los saltos, los gritos y
el ruido. Importan esas notas que te transportan, igual que tomarse un té en
el momento perfecto.
Soy defensora de las pausas, aquellas que sanan, que te
hacen sonreír, que te hacen mirar hacia arriba y apreciar el cielo a pesar del
caos en la calle.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)