Y entonces llegó el vacío. La calma apareció en su momento, luego de promesas que volvían a derrumbarse, como esos muros mal
construidos que una y otra vez se erosionaban, Ya no tenían marcha atrás.
Ella quiere crecer sola, conocerse, aprender de las
cicatrices. No necesita a nadie de su lado. A nadie que le reproche cosas que
no la describen, cosas que no siente y cosas que no piensa.
Sí, ella desea soltar, sonreír y seguir sonriendo a pesar de
las dificultades.
Y finalmente partió. La paciencia y las intenciones de no
hacer daño a los demás terminaron por dañarla a ella. “A veces querer ayudar a
otros termina por hacernos daño a nosotros mismos”, le dijeron alguna vez.
Ya no presta atención a las mismas promesas de
siempre. Como alguien muy apreciado le dijo, "la voluntad te define". Al final ve
el camino recorrido y se pregunta si en verdad ella lo hizo. "Te hace falta un
poco de confianza", piensa sonriendo.
Deja atrás mucho, más de lo que creía que podía soportar.
Saber lo que NO quiere es otro impulso para ella, y lo que sí quiere es una
meta dispuesta a alcanzar.
No hay espacio para cargas, para lamentos ni tristezas de
otros que buscan convertir en lástima. Por primera vez pensará solo en ella, siempre con la simpatía que la caracteriza, con la energía
que quiere irradiar y que puede conseguir dentro de sí.
Cuenta con ella misma, con su libertad y el impulso que la
hace despertar cada día.
“Lo que hagas dentro de los próximos tres años definirá tu
destino”, esa fue la frase que la vida le dejó cuando creía que no podía más.
Y allí sigue, con aprendizajes, sin muchas certezas pero con ganas de seguir sintiendo.
Después de todo, las búsquedas no tienen reglas.