jueves, 22 de agosto de 2019

¿Vieja escuela?


Últimamente veo cómo las personas se vuelven cada vez más desinteresadas hacia el amor. Huir de las muestras de cariño se ha vuelto una constante que pareciera ser normal.

¿Apartarse de aquellos a quienes podemos querer es lo común? ¿En qué momento esas se volvieron las reglas del juego? Son preguntas que pasan por mi cabeza en escenarios normales como caminar un par de cuadras o leer algún texto. Pareciera que nos hemos vuelto esclavos de ciertas premisas.

“Voy a alejarme para que no crea que me gusta demasiado”, “mejor no le escribo porque va a creer que estoy obsesionad@”, “quiero hablarle hoy para vernos, pero quizás me dice que no porque nos vimos hace poco…”. Son frases y pensamientos reales, que forman millones de creencias y juntos se transforman en el “si hubiera”.

Quizás quedó en el pasado, quizás ahora se trata de un juego donde gana quien muestre más desinterés, aunque esa no sea la intención.

¿Es vieja escuela decir lo que se siente? ¿Y si explotamos en muestras de cariño y lo demostramos a las personas que llegan a nuestras vidas?

Ahora parece que establecer ciertos vínculos se volvió algo prohibido, que la superficialidad manda y los clásicos de siempre se volvieron excesos.

No peco de cursi, peco por hacerme esas preguntas que quisiera alguien respondiera.

“Un día vas a conocer a alguien que te va a volver loc@”, me dijeron hace poco… y aunque es una idea simpática, no puedo evitar pensar que ojalá sea para bien, o que quizás es poco probable que pase y solo va a quedar en un cliché de vida, como esas frases pre hechas que se leen en algunos textos “motivacionales”.

Me vuelvo defensora de decir lo que sentimos, de decir un te quiero cuando lo siento, abrazar a alguien cuando quiero demostrarle que me importa o regalar una sonrisa cuando alguien es especial para mí.

Y acá sí caigo en una frase cliché: “La vida me ha enseñado a demostrar los sentimientos con el pasar de los años”. Eso sí, solo a quienes sienta que lo merecen, el corazón no hay que regalarlo en cualquier parte, pequeñas muestras pueden causar alegría y hacerte recordar con simples gestos.

Esto va dirigido a experiencias que me he cruzado en poco tiempo… y así todos vamos tanteando terrenos, unos más nobles que otros.

Puede que esto sea una declaración: A dejarnos de indirectas y ser sinceros con nosotros mismos, a no huir de lo que puede lastimarnos, a enfrentar lo que nos cruzamos porque de ahí pueden salir momentos únicos. No volteemos la cara y digámoslo de frente. La sociedad actual se ha perdido tanto en superficialidades que ha olvidado las verdaderas cosas que importan, lo que nos hace completos y plenos, donde el miedo a sentir cariño no nos juegue en contra.

Veamos lo que importa, lo que sentimos, lo que el otro siente y lo que queremos dejar a nuestro paso.





domingo, 19 de mayo de 2019

Adelantarse


¿Cuáles son las probabilidades de encajar con alguien cuando lo conoces?

Siempre he tratado de adivinar cuando alguien es la persona correcta para acompañarme por un tiempo. A veces recurro a adelantarme mentalmente a los hechos (cosa totalmente innecesaria), además cada cabeza es un mundo y sorprende cuando el otro cuenta qué pensaba mientras tú pensabas algo diferente... o simplemente no pensabas.

¿Una buena conversación, similitudes, o diferencias interesantes que quieres seguir explorando? ¿Objetivos del otro, forma de ser?

No es una tarea fácil detectar a la persona adecuada para ese momento de la vida. Admiro a quienes tienen el argumento o la convicción para determinarlo. Otros, a veces por adelantarse a los hechos, se inclinan más al futuro y no al presente.

Esa última frase me la dijeron hace poco, como algo para corregir: adelantarse sin vivir el presente.

¿Asustar a la otra persona? Eso está a la orden de cualquier palabra, pregunta o expresión. Aunque es quizás lo que causa curiosidad, y ganas de seguir conociendo el otro sendero.

Evitar compartir el camino solo para escapar de la soledad, muchos casos he visto así. También permanecer atado a otro por miedo a no sentir más esas emociones.
Son pensamientos distintos en cada persona.

¿Quién eres? ¿Cómo hago para saber suficiente de ti y convencerme? Quizás es una etapa donde no hay que converse a sí mismo, sino que el otro te convenza. Imagino que cuando la curiosidad aparece, y quieres saber más (sin forzar las cosas), es ahí cuando ambos caminos pueden cruzarse realmente.

¿Qué tan bien la pasas? Pueden ser dos personas destinadas a encontrarse, destinadas a sentir o pensar algo más. Que a pesar de las preguntas raras, aparece de nuevo porque quiere verte, te saca una sonrisa o simplemente, te hace sentir que quiere estar ahí.

Adelantarse, es la palabra que evito. Puede ser contraproducente jugar a adivinar el futuro ¡Pasa muchas veces! Está ahí y pensamos en no asustar al otro, en no decir algo imprudente ¡Qué cosas!

Con el paso del tiempo he aprendido a decir lo que siento, a expresarlo y no darlo por hecho. A veces puede sorprender para alguien que no esté acostumbrado. Escuchar preguntas sinceras o propuestas casuales que nada llaman al compromiso. Solo salen espontáneamente y no significan nada más que el sentimiento sincero de ese momento. Puede que allí llegue la sorpresa y pensar o no si están precipitados. Eso, reconozco, a veces juega en contra.

Da curiosidad saber qué pasará en uno o dos meses “¿Estará ahí para esta fecha? ¿Lo incluyo?”
¿Quién puede culparnos? Estamos hechos para buscar compañía, y traemos una serie de emociones que nos invitan a intentarlo de nuevo a pesar de los malos ratos.

Veámos qué sucede y si es necesario seguir intentándolo.


Imagen: Google.com

martes, 23 de abril de 2019

Caminos

En este transitar complicado, inverosímil, contradictorio al que llamamos vida, hay un sinfín de caminos que a cada uno le toca recorrer, están ocultos en los senderos, y de los que somos testigos por separado. El otro nunca va a saber lo que se vive.

Es así como cada quien recorre el suyo. Me causa curiosidad cómo los destinos se cruzan, pero cada quien tiene sus situaciones; posiciones diferentes que el otro nunca va a ocupar por el hecho de no ser tú, él, ella o yo.

De ahí a que nos sorprenda que una persona fuerte, llore desconsoladamente por situaciones. O como una persona alegre, deja de brillar porque se llena de ansiedad.

Escribo no solo por mi realidad, sino por la de muchos. Apuesto a que no sabes la situación que pasa el que tienes al lado. No es de reprochar, al contrario, es admirar como manejamos nuestros senderos.

¿Alguna vez has intentado entrar al camino del otro? Te darás cuenta que pueden cruzarse, o ir al lado del otro, pero nunca pisarás su suelo del mismo modo que el otro lo hace. Siempre serás un observador que a veces ayuda a otro a levantarse, guiarlo, hundirlo o simplemente acompañarlo.

“Be kind”, es la frase que se me viene a la mente. Más allá de una alegría efusiva, es buena una sonrisa que comprende, un gesto que acompañe o una palabra que abrace. Eso sí, siempre hay que evitar tomar el timón de la vía del otro, por voluntad propia o no. A veces muchos por cobardía no aceptan su realidad y quieren que otros le despejen el horizonte. De esos conviene cuidarse porque de inútiles no prospera el mundo.

En resumen, estas realidades confluyen a diario. Detrás de una sonrisa, puede haber alguien triste; detrás de alguien callado, puede haber un gran conversador que no ha abierto sus brazos el mundo.

Es cuestión e ir moviendo ramas y asomarse a ver de qué manera podemos estar ahí, a la vez sin entorpecer al otro, ni descuidando nuestro propio trayecto.

Foto: blog.nautia.net