Él:
- Quédate otro rato.
Ella con la mirada traviesa:
- No, tengo que irme y tú ya tienes que despertar.
PD: Microcuento de otro autor (lo desconozco), aunque gracias por el suspiro.
jueves, 17 de marzo de 2016
domingo, 13 de marzo de 2016
Inevitable
La respuesta es sí, inevitablemente.
Hay días terribles, que solo mejorarían conversando de cosas
intrascendentes, eran las conversaciones más entretenidas. Sin prejuicios, sin
condiciones. Una conversación tan ligera como el viento que rodeaba aquella
vez.
Tendemos a cometer el error de olvidar lo malo y el resto volverlo utópico. Mala idea.
No había bromas que no pudieran mejorar cualquier mal día y
si fallaban aparecían los abrazos, esos condenados abrazos que te envuelven en
una coraza donde sabes que nada malo pasará.
Y aquellos que se juraban centrados, moralistas y racionales
terminaron en el torbellino más escabroso y tosco que nadie haya experimento,
al menos nadie cercano.
Son grises, es vivir el día como autómata, hacerlo porque
no queda de otra y porque parece ser lo más indicado.
Cansa cuando los intentos no funcionan, cuando no termina de
encajar, cuando por más profundo que respires aún no logra servir.
Siempre te quise, en presente y pasado, así de confuso, lo
sé. Lo fuimos a nuestra manera, a la tuya, a la mía.
Entonces llega un nuevo intento y al primer fallo ya hay
desencanto. Quedan secuelas y el olfato entrenado. Cuando no es, no es.
Optas por dejar ir la mejor opción. Al menos eso crees.
¿Y tú, qué estarás pensando?
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